EQUINOCCIO
Comme
la vague irrésolue
Je
vais, je vais et je viens
Entre
tes reins
Et
je me retiens
Je
T'aime... Moi Non Plus
Serge
Gainsbourg
Cada estación de la vida tiene sus
frutos y sus criaeros. En invierno criamos los plantones de tomates,
pimientos o cebollas y los trasplantamos en primavera para recoger la
hortaliza en verano. Del mismo modo, en la infancia nos plantan el
alfabeto y en la juventud recogemos su lectura. En nuestra primavera
se siembran las semillas del amor y las abonamos con el deseo y el
placer para cosechar nuestros hijos en el otoño. E igual que en
otoño plantamos patatas regadas por las lluvias del invierno, así
también nuestra madurez es regada por el trabajo, el cuidado, los
duelos, para, al llegar el invierno, recoger sabiduría.
¿Tarde?
Se ha retrasado la consulta. Luis
espera. Manda un wasap a Carlos.
Aún en sala de espera.
Responde Carlos. Ok. Avisa en cuanto
salgas.
Ok. Te aviso luego.
Luis espera ante la puerta de la
consulta. ¿Cuántas estaciones con Carlos ya? 10 años por cuatro,
cuarenta. Y todas siempre idénticas, siempre, siempre, en un
equinoccio de otoño perenne que no progresa, durante el cual el
resto del mundo orbita alrededor del sol, madura, tiene hijos y
envejece junto a ellos, mientras Luis gira sobre sí mismo y
contempla, sin que le afecte, el paso del tiempo, esperando que
Carlos abandone la órbita de su matrimonio con Carmen, se incorpore
a la suya y se reinicie el ciclo del tiempo.
Sigue esperando. Cierra wasap, abre
Grinder, 2 taps, 18 y 25 años, cierra Grinder, abre Bear, nada,
cierra Bear, abre Wasap, en línea, cierra Wasap, abre Grinder,
cierra, abre, mira el tiempo, Wasap, Carlos sigue en línea, mira el
tiempo, lluvia en Aracena, ya no sigue en línea. El enfermero le
invita a entrar. Es atractivo. No sabe si al enfermero también le
funciona el radar o es simple empatía profesional. Oncología es una
área en que se requiere compasión. Y radar.
Luis, con la cita para la primera
sesión de quimio en una mano y un café con un chorro de coñac por
favor en la otra, mira la pared de azulejos empañados sobre la
máquina del café. Todos los ciclos agrícolas le vinieron a la
mente cuando el doctor, sereno, profesional, le golpeó con el
diagnóstico: 50 por ciento de posibilidades de curación, tiene
tiempo para cuidarse y ayudarnos en el tratamiento, cuarenta años es
una edad óptima, cuídese y si necesita ayuda, hay un grupo de
expacientes que pueden ayudarle a expresar sus miedos y a adoptar la
mejor actitud, es importante que mantenga su mente serena y positiva
y para los efectos secundarios de la quimio existe la posibilidad de
consumir… Piensa que no ha plantado todavía las patatas pero
todavía está a tiempo, incluso tal vez pueda encontrar pies azules
o chantarelas, llueve lo suficiente, vale la pena plantar las
patatas, todavía tengo el 50 por ciento de posibilidades de
recogerlas, se dice, tal vez tenga el 50 por ciento de posibilidades
de pedirle al Maroto que le ayude a subirlas al doblao, para eso usa
el 50 por ciento de la huerta, tal vez, y tal vez tenga otro 50 por
ciento de posibilidades de ver a Carlos, su mujer trabajaba este fin
de semana y podrán verse, solos. O tal vez sea tarde. Solo tal vez.
Escribe en el wasap.
Malas noticias.
Jodeeeeer, lo siento, hablamos
luego. Reu. Bss.
Sí. Tenemos que hablar. 50 %.
Cabes?
En línea. Tics azules.
En casa repasa la agenda. Mañana
martes, reunión con padres, recoger informes. Jueves, corregir
segundo. Me distraerá piensa. Viernes, reu dpto. Sábado, en blanco.
Anota. 50%. Sigue. Domingo, 50%, lunes, 50%, martes, 50 %, miércoles
50%, hasta terminar la agenda, 30 de junio, 50%. Le duele el vientre.
Un vaso de agua con la pastilla le aliviará en breve, solo sentarse
y esperar. Esperar a que Carlos le llame.
Viernes. Conduce solo. El campo rezuma
agua. Ha llovido mucho esta semana. Conduce despacio.
Automáticamente. No se cansa de ver los mismos árboles, las mismas
majadas y las mismas curvas. Carlos nunca le engañó. Siempre le
dijo la verdad. No puedo separarme, no voy a separarme, no soy gay,
tú sí, yo no, eres solo un buen amigo, especial, querido, sí y me
gusta el sexo contigo, somos ya adultos y libres, pero no voy a
separarme ni a contárselo a Carmen, qué necesidad, y te quiero así
a mi manera, como amigo, como hombre, como amante, esto no es más
que sexo y amistad, cuenta conmigo, Carmen y yo te queremos, eres
nuestro amigo, sí, yo también algo más, pero no hay que darle más
importancia, quiero a Carmen, la amo, a ti también te quiero, de
otro modo, en el fondo os necesito a los dos, a ti también, quiero
lo mejor para ti, para nosotros, para Carmen, para los tres, te
entiendo, puedes dejarlo cuando quieras, pero nos dolería a los dos,
para qué pues. Carlos le repetía la verdad, su verdad, a los demás
les decimos siempre nuestra verdad, nuestra verdad, la mentira que
solo nosotros creemos. La verdad de Carlos era su mentira.
La verdad de Luis es que Carlos le ama
y que él ama a Carlos. Que el amor y el sexo con Carlos es
suficiente, que es suficiente así. Que Carlos le ama y que él le
ama que te amo, que yo a ti tampoco, como una ola indecisa voy y
vengo entre tus caderas, le tarareaba al oído, porque a veces sí,
a veces tampoco, se amaban y eso era suficiente. Esa era su mentira.
Imposible pisar la huerta. Ha llegado
tarde a arreglarla. El tiempo es imprevisible. Dedica el fin de
semana a esperar que Carlos le llame, a pasear y a pensar, a pensar
qué se hace con un 50% de condena de muerte. Se sienta sobre una
roca y contempla la aldea de cuyas chimeneas sale humo. Calcula que
lleva un 5 por ciento de vida vivida por lo que le queda el 50 por
ciento de su media vida restante. Tendrá que pensar en qué gastar
ese tiempo. Al campo no renuncia. Se pedirá una baja cuando comience
el tratamiento y se irá al campo. Es lo más sano y es fácil pillar
buena marihuana. Sabe que vivirá solo porque Carlos no puede vivir
con él y también sabe que ya no tiene tiempo para esperar más. Ve
pasar nubes pesadas, oscuras, conservando el calor de las chimeneas
en el aire y siente que tal vez la ola ya está decidida a no bañar
más la orilla de una isla desierta, que la ola volverá al mar y que
encontrará otras olas con que batirse, porque puede que la ola tenga
toda la vida por delante y que no sea cuestión de perderla, que tal
vez, solo tal vez, acuda a ese grupo de expacientes, y que tal vez,
solo tal vez, tenga el ciento por ciento de posibilidades de vivir,
de vivir al cien por cien y no al cincuenta por cien como lleva
viviendo diez años. Siente entonces que empieza a orbitar con el
sistema solar, que ha envejecido diez años en un minuto y que estos
diez años le han hecho de repente más fuerte y más sabio y piensa
que nunca es tarde, que para plantar siempre hay tiempo, en
primavera, en verano, en otoño y en invierno y que nunca, solo al
final, es tarde.
El teléfono suena y rompe el silencio.
Carlos. Mira el móvil y la llamada se corta por sí sola. Carlos
insiste varias veces. Al fin, vuelve el silencio.
Se ha hecho tarde y debe volver a casa.
BERNARDO RUIZ. 18 DE
OCTUBRE DE 2022